Aunque no nos guste reconocerlo, la cocina de gas sigue siendo mucho más eficiente que la eléctrica. Claro que el mantenimiento de una y otra nos hace decantarnos por la eléctrica. Es más limpia, necesita menos mantenimiento, es más segura y más estética.

 

Si, como la gran mayoría tenemos una eléctrica, debemos tener en cuenta una serie de consejos, para que podamos ahorrar algo de dinero.

Las cocinas eléctricas tardan más en calentar. En ese tiempo están consumiendo energía en calentar la instalación. Por eso al apagar, las zonas siguen manteniendo calor. Es lo que se llama calor residual. Aprovecha ese calor. Apaga la cocina cinco minutos antes de finalizar.

Aprovecha el calor residual

Algunas vitrocerámicas tardan hasta 20 minutos en enfriar. Ese calor puedes emplearlo para mantener la comida caliente. Aplica esta misma norma al horno. Por cierto, las cocinas de inducción compensan su precio superior de compra a la larga. Consumen un 20% de energía menos que las vitrocerámicas.

En el caso de sartenes y planchas donde se han quedado adheridos restos, puedes añadir un poco de agua y aprovechar que ese calor ayude a reblandecerlos. Te ahorrará tiempo y esfuerzo en la limpieza.

Por cierto, usar ollas o sartenes con un diámetro menor al del fuego es un despilfarro. Trata que sean, al menos, del mismo tamaño. Eso supone un 20% más según Iberdrola.

Utiliza tapas 

No es solo por evitar salpicaduras. Al tapar las cacerolas y sartenes consumiremos menos energía, en concreto un 25% menos. Lo mismo ocurre con las ollas a presión, las súper rápidas consumen menos energía y ahorran tiempo de trabajo. Pueden suponer hasta un 50% menos de energía.

Para calentar o para realizar pequeñas tareas de horneado, utiliza el microondas. Es mucho más barato. Los ahorros son de entre un 50% y un 60%.

Aprovecha el horno y el microondas

Utiliza el horno aprovechando su máxima capacidad. No pasa nada por meter varias bandejas a la vez. Hacer tres pizzas a la vez es mucho más barato que hacerlas de una en una.

Evita abrir la puerta del horno innecesariamente. Cada vez que lo haces, se pierde entre 25 y 30 grados de temperatura, y algunos procesos de la cocción se vienen, literalmente, abajo por ese motivo.

Lo mismo pasa con las tapas de las ollas. Dejarlas mal tapadas o estar constantemente abriendo las cacerolas produce el mismo efecto.

Controlar la temperatura y el tiempo de cocción ahorra 

Para iniciar la cocción sube al máximo la potencia. Una vez ha cogido temperatura se trata de ir reduciendo hasta encontrar el punto adecuado en el que puedas seguir cocinando sin necesidad de quitar la tapa o dejarla mal puesta.

Algunas firmas incorporan en la tapa un termómetro para que puedas realizar un seguimiento de la temperatura sin necesidad de abrir. También muchas colecciones cuentan con una tapa de cristal para hacer un seguimiento del proceso.  Una buena unidad de cocción puede costar más cara, pero a la larga te ahorrará tiempo y dinero.

Además de calor, cocer a fuego rápido requiere de usar más cantidad de agua, lo que supone también mayor gasto de energía.

Seguro que necesitas precalentar

Si vas a hornear más de una hora, no es necesario precalentarlo. Aunque muchas recetas aseguran la necesidad de precalentar el horno, la mayoría de las veces son innecesarias. Cuando calentamos en vacío y abrimos la puerta acabamos de perder temperatura. Prueba si hay diferencia en tu receta por una u otra opción. Lo mismo descubres que tampoco la hay. Y si sigues prefiriendo hacerlo, hazlo sólo 5 o 10 minutos.

Utiliza los termos, si te gusta la bebida caliente, así no tendrás que ir calentando.

Descongela con tiempo

Evita el microondas para descongelar. SI el proceso de congelado requiere un proceso rápido, el de descongelado necesita de un proceso lo más lento mejor. Por eso, pon la comida a descongelar primero en el frigo y luego afuera. En esto sí hay diferencia.
Por supuesto, tampoco pongas lo que quieras descongelar en el chorro del agua. Cada dos segundos de grifo abierto es un litro de agua. Descongelar un filete te podría costar 24 litros de agua. La previsión y la organización en la cocina son los mejores aliados del ahorro.